domingo, 20 de febrero de 2011

JUVENTUD

Sobre el último informe PISA, el titular en primera de El País (8-12-10) fue: “La educación española se instala en el suspenso”. La reflexión propia del editorial del día siguiente se tituló “Posición mediocre”. A propósito del estudio de la consultora estadounidense McKinsey, habíamos leído unas semanas antes: “España, estancada en el aprobado”.
En las tablas de PISA publicadas, se observa que la diferencia de España con la media de la OCDE en comprensión lectora, competencia matemática y competencia científica  varía entre 12 y 13 puntos por debajo. Según el sociólogo Julio Carabaña, las diferencias de puntos “de hasta 10 e incluso 20 son diferencias muy pequeñas”.
-¡Me está usted liando, oiga!
-Hombre, que no hay color con aquella España de Quintiliano o de Menéndez Pelayo y hasta de Ortega y Gasset…

El ministro de Economía alemán declaró que su Gobierno pretende “captar a las mejores cabezas” del panorama internacional si continúa escaseando la mano de obra cualificada en Alemania. Der Spiegel había avanzado, ante la visita de Angela Merkel a España, que plantearía la posibilidad de que jóvenes españoles cualificados y en paro se trasladen a trabajar a Alemania. Así, gracias al Gobierno alemán resolveremos dos de los problemas que nos da la juventud en España: o no trabajan o trabajan en puestos por debajo de su cualificación. Al mismo tiempo que mantenemos izada la bandera de la mediocridad de nuestra educación, mal pagamos a los jóvenes cualificados o no hay trabajo adecuado para ellos. Paradoja aparente porque les damos lo que se merecen, claro, pues no se explicaría que la iniciativa empresarial española, ejemplo del mundo, dejara escapar a tantos jóvenes preparados. En fin… O somos unos gilipollas que no valoramos la formación de nuestra juventud o los gilipollas son los alemanes. Cuatro millones de parados nos avalan.