lunes, 25 de julio de 2011

Leído a Günter Grass



Para mí, en cualquier caso, es evidente que el sistema capitalista, fomentado por el neoliberalismo y sin alternativa, tal como se nos presenta, ha degenerado en una maquinaria de destrucción del capital y, lejos de la economía social de mercado en otro tiempo exitosa, solo se complace en sí mismo; es un Moloc, asocial y no refrenado eficazmente por ninguna ley.

Por eso se plantea la pregunta: la forma de Estado que hemos elegido, es decir, la democracia parlamentaria, ¿tiene aún la voluntad y la fuerza necesarias para apartar esa desintegración que la invade? ¿O en lo sucesivo deberá relegarse al terreno de lo optativo cualquier intento de reforma, de someter a control a los bancos y su forma de manejar el capital -es decir, de obligarlos a trabajar para el bien común- con la frase hasta ahora habitual "eso, en el mejor de los casos, solo puede resolverse globalmente"?

Una cosa me parece segura: si las democracias occidentales demuestran ser incapaces de hacer frente con reformas fundamentales a los peligros reales inminentes y a los previsibles, no podrán soportar lo que en los próximos años resultará ineludible: crisis que empollarán otras crisis, el aumento irrefrenable de la población mundial, los flujos de refugiados desencadenados por la falta de agua, el hambre y el empobrecimiento, y el cambio climático fabricado por el hombre. Sin embargo, una desintegración del orden democrático haría surgir -de lo que hay suficientes ejemplos- un vacío que podrían ocupar fuerzas cuya descripción rebasa nuestra imaginación, por mucho que seamos gatos escaldados y estemos marcados por las consecuencias todavía visibles del fascismo y el estalinismo.

¿Exagero? Si lo hago, no lo suficiente.

Günter Grass La piedra de Sísifo. El País, 24 de julio de 2011

sábado, 23 de julio de 2011

HÉTICA

En el debate de investidura, la presidenta de Castilla La Mancha, Dolores de Cospedal, anunció la supresión del Consejo Económico y Social, el Defensor del Pueblo y el Tribunal de Cuentas de la comunidad. En Madrid, la presidenta Esperanza Aguirre, eliminó en 2010 el Consejo de la Juventud, el Consejo de la Mujer y el Defensor del Paciente. Recientemente, ha prescindido del Servicio Regional de Empleo.

El ahorro y la austeridad han justificado todos los casos. También bajo su advocación nos bajaron el sueldo a los empleados públicos, congelaron las pensiones, han recortado las inversiones públicas y se subastan bienes comunes. He aquí las nuevas virtudes teologales: ¡Aleluya!

-Infundidas por los dioses Mercados…
-¡Los mercados son el burladero de la política sin ideas y productos de la ideología dominante, hostia!

De aquel licenciado Cabra que vivía en Segovia, “largo sólo en el talle”, nos cuenta Pablos que llevaba la barba grande “por no gastar”. Alababa el cenar poco por saludable y las comidas a base de caldo claro con un garbanzo huérfano y un nabo aventurero. Don Alonso Coronel acabó rescatando a su hijo y al criado Pablos del pupilaje de Cabra, desengañado de los embustes de éste y “comenzó a dar más crédito a las razones de dos sombras, que ya estábamos reducidos a tan miserable estado”. La deificación del ahorro injusto y de la austeridad hipócrita engendra hoy dos sombras: el empobrecimiento de los pueblos europeos y de la democracia. La primera oscurece a ojos vista el bienestar; la segunda ensombrece esas piezas intangibles, las instituciones, que articulan la representación social. La ética falsa de la falsa austeridad roe los huesos de la democracia. Las alarmas, mañana, por la abstención, el voto en blanco, el desinterés político o el conflicto social serán lástimas fingidas por una democracia hética.

domingo, 3 de julio de 2011

Leído a Ricardo Piglia

Los estudiantes del seminario me regalan como recuerdo un Kindle. Para que actualice su modo de leer, profesor, ironizan. Me incluyen las obras completas de Rosa Luxemburgo y de Henry James. Paso varias horas estudiando las posibilidades múltiples del aparato digital. Una máquina de leer más dinámica que un libro (y más fría).

¿Leemos igual a pesar de los cambios? ¿Qué es lo que persiste en esta práctica de larguísima duración? Tiendo a pensar que el modo de leer no ha variado, más allá de los cambios en el soporte -papiro, rollo, libro, pantalla-, de la posición del cuerpo, de los sistemas de iluminación y de los cambios en la diagramación de los textos. Leer ha sido siempre pasar de un signo a otro. Ese movimiento, como la respiración, no ha variado. Leemos a la misma velocidad que en los tiempos de Aristóteles.

Cuando se dice que una imagen vale más que mil palabras se quiere decir que la imagen llega más rápido, la captación es instantánea, mientras que leer un texto de mil palabras, cualquiera que sea, requiere de otro tiempo, una pausa.

El lenguaje tiene su propia temporalidad; más bien, es el lenguaje el que define nuestra experiencia de la temporalidad, no sólo porque la tematiza y la encarna en la conjugación de los verbos, sino porque impone su propio tiempo. Para estar a la altura de la velocidad de circulación de las nuevas tecnologías habría que abandonar las palabras y pasar a un lenguaje inventado, hecho de números y notaciones matemáticas. Entonces sí quizá estaríamos a la altura de las máquinas rápidas. Pero es imposible sustituir el lenguaje, todo esperanto es cómico. El sistema de abreviaciones taquigráficas del twitter y de los mensajes de texto acelera la escritura pero no el tiempo de lectura; se deben reponer las letras que faltan -y reconstruir una desolada sintaxis- para comprender el sentido.
Ricardo Piglia. Notas en un diario. El País, 18 de junio de 2011.