Según el último informe de la Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, uno de
cada cuatro españoles pobres es andaluz. En el estudio, titulado Pobreza 3.0. La pobreza avanza, se
detalla que cerca de 3,5 millones de personas viven en la región en el umbral
de la miseria, lo que supone más del 40% de la población.
La nueva ordenanza de Limpieza Pública y
Gestión de Residuos Urbanos del Ayuntamiento de Sevilla prohíbe expresamente la
manipulación de papeleras y contenedores en el espacio público y extraer o
rebuscar en las bolsas, una vez que han sido depositadas. Las sanciones por cometer infracciones
se incrementan. Si la falta se queda en leve, se multará desde los 90 a los 750
euros.
-¡Cuidadín
con andar rebuscando en la basura, que te puede caer un multazo!
-¿Se
paga en efectivo? ¿Por transferencia? ¿Con tarjeta de crédito? ¿Habrá que
devolver la basura recogida? ¿Dónde? ¿Se deposita en mano al municipal? ¿Estará
obligado el municipal a entregarte un recibí?
En
el poema "Apostillas al decreto de
prohibición"[*],
nos advirtió Juan Carlos Mestre: “Lo que no puede ser prohibido volverá a ser
prohibido de otra forma”. Del Prohibido
prohibir al Prohibido no prohibir.
Del antirracista No toques a mi colega,
al miserable No toques mi basura. La
basura queda convertida en un botín exclusivo de los vertederos. A este lado de
la raya te ofrecemos bolsas de basura perfumadas, con cierra fácil, varios colores
y tamaños. Desde el otro lado de la raya, prohibido tocarnos los residuos, mirarnos
la mierda; prohibido rebuscar en “esas bolsas con el estorbo de lo que nunca
más volverá a ser duradero”, prohibido romper nuestras bolsas “con los
vestigios y el desvanecimiento de la propiedad del vestigio”. Pobreza: horrible
palabra, primero pobre y después za(s).
[*] Todos
los entrecomillados del párrafo y este poema pertenecen al libro de Mestre La bicicleta del panadero (Calambur,
2012).