“No es la izquierda la que va
a traer el cambio, sino la gente”, declaró Pablo Iglesias, secretario general
de Podemos. Con “una coalición de izquierdas” como el proyecto de Ahora en
Común, “ganar las elecciones sería imposible”. Defiende un discurso “de
mayorías” y quiere ocupar la centralidad del espacio político. El eje izquierda
y derecha no es la clave para cambiar las cosas en este país sino la
transversalidad.
Pablo Echenique, secretario
general de Podemos en Aragón, escribía en un artículo titulado “Ahora, la gente
común”: “Esto va de esa inmensa mayoría de la gente que nunca baja a las
asambleas, que no hace campañas, que no milita y no firma manifiestos”.
Echenique se autodenomina “activista a tiempo completo”.
-O sea, un político…
-El neolenguaje…
Con su “mensaje de pureza, de
alegría y juventud” se anunciaba la actuación en Madrid (1969) del grupo
estadounidense Viva la gente, que
triunfó con una canción con ese mismo título grabada en un español amartillado.
El estribillo decía: “¡Viva la gente!/ la hay donde quiera que vas/ ¡Viva la
gente! es lo que nos gusta más./ Con más gente a favor de gente/ en cada pueblo
y nación/ habría menos gente difícil/y más gente con corazón”. Viva la gente no es conjunto musical al
uso sino una “organización de jóvenes que van por el mundo repartiendo sonrisas
occidentales” y desmintiendo que pertenezcan a la CIA o a grupos religiosos o
políticos.
Mutatis
mutandis pareciera que hablásemos de los llamados partidos
emergentes. O de Barrio Sésamo.
Sin ideología, sin conflicto
capital trabajo, difuminado el poder en una palabra con significado ilimitado,
casta, o en la división arriba y abajo, lo mismo nos da cantar ¡Viva la gente! que, con El Gran Combo de Puerto Rico, aquel
ritmo sabrosón de ¡No hay cama pa tanta
gente!