jueves, 20 de agosto de 2020

Etimología aplicada: la monarquía

La etimología puede ser muy divertida. Al revolver un poco en el origen y el significado de las palabras te llevas algunas sorpresas. Por ejemplo:


1.    La monarquía (gobierno de uno) solo es tolerable hoy si lleva un adjetivo: parlamentaria, democrática o constitucional. Lo cual crea un oxímoron, una contradicción en los términos.

2.    La Jefatura del Estado de una monarquía con cualquiera de esos adjetivos se define mediante una contradicción semántica. Así sucede en la Constitución española: “La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria”.

3.    El derecho a la sucesión de un cargo institucional por herencia de primogenitura contradice la exigencia constitucional de mérito y capacidad para la función pública o la de elección por sufragio universal para los órganos de representación.

4.    La prevalencia en ese derecho del hombre sobre la mujer se contradice también con la Constitución y las leyes que desarrollan la igualdad entre hombres y mujeres. 

5.  La admisión de contradicciones semánticas y constitucionales en la definición de una institución que se conforma per se como tal y ocupa per se la Jefatura del Estado solo se puede entender por una suspensión de la realidad, característica de la ficción o su representación -el teatro, por ejemplo-, o la magia, o el ilusionismo.

6.    Prestigio y prestidigitación tienen la misma raíz latina con los significados de engaño, embuste, trapacería, falacia, artificio, embaucador, afectado, charlatanismo o juego de manos.

7.    Prestidigitador e ilusionista pueden funcionar como sinónimos.

8.    Ilusionismo, ilusión e iluso pertenecen a la misma familia de palabras.

9.    Del ilusionista o del prestidigitador se admite el engaño, en el cual basan su prestigio. Lo pierden cuando se les ve la trampa o el cartón. En ese momento, la ilusión y el juego desaparecen. 

10. La monarquía parlamentaria es un juego de manos institucional basado en un fenómeno que contradice la realidad que la sostiene, la Constitución; la cual reconoce la soberanía al pueblo, pero, a su vez y en el mismo artículo 1, le pide que admita ilusionado una excepción, que los exégetas justifican con la tradición y el prestigio. Pero la tradición está llena de trampas, pues no exige rigor, y el prestigio, al depender de la pública estima, se levanta sobre cartón.


miércoles, 17 de junio de 2020

Molinillos


A propósito del anuncio de HBO de retirar de su catálogo ´Lo que el viento se llevó´ por racista, he recordado la polémica sobre una exposición en París dedicada al cineasta Jacques Tati. Fue en 2009. Ejemplos sobre los desmanes de los ultras de lo políticamente correcto hay ya demasiados, pero me apetece ahora releer esto que escribí sobre el caso de Tati.


La Sociedad de Realizadores Franceses y el Sindicato Francés de la Crítica de Cine han pedido que se rehagan los carteles de la exposición dedicada a Jacques Tati en los que se sustituyó la pipa del cineasta por un molinillo de viento. Se han dirigido a la Metrobus, la entidad que gestiona la publicidad en el metro y autobuses de París y sus alrededores, que ha decidido modificar la imagen del actor porque vulnera la normativa sobre publicidad en el transporte público, que no permite anunciar tabaco.

Pongamos atención con estas cosas porque, cuando las pipas de tu vecino veas desaparecer, avisado quedas. No sé si en el transporte público de París se pueden anunciar coches, cuya compra se subvenciona ahora. Habría que advertir a la empresa de que los coches matan miles de personas anualmente. Las miradas también matan (de amor, de odio, de pasión, de dolor). La vida mata. Por eso, vivir es peligroso para la salud: te acaba matando.

El sueño de la razón engendra monstruos y la coherencia llevada a sus últimas consecuencias también. En el país del racionalismo, la decisión de la Metrobus es un ejemplo. Con esa normativa antivicio cubriría de molinillos la cartelería del cine con el que aprendimos a amar el cine.

Es muy conocido el cuadro de Magritte en el que escribe bajo una pipa dibujada con realismo: Ceci n´est pas une pipe.

-Ô là, là!
-Mais oui, mon ami!

La pipa no es una pipa, pero las letras sí son unas letras. Con este aviso protegió su cuadro de la Brigadilla del Molinillo. Pero temo la capacidad de reproducción de estas brigadillas/ladillas y no quiero imaginar que aparecieran por las pinacotecas de París o por la Biblioteca Nacional en España. ¡Llenarían cuadros y páginas enteras de molinillos!