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miércoles, 24 de abril de 2019

Parir


El presidente del PP, Pablo Casado, declaró que “si queremos financiar las pensiones y la salud debemos pensar en cómo tener más niños y no en cómo los abortamos”. Según Casado, España atraviesa un “invierno demográfico” que pone en peligro las pensiones, el sistema de salud y las prestaciones públicas. El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, llamó “carca”, al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, porque se opone a los llamados vientres de alquiler. Rivera tiene mucho interés en regular esa maternidad de alquiler porque lo presentó como una propuesta de ejecución inmediata si llegaran al Gobierno. 

-¡Dad y criad hijos para la Patria!
-¡Úteros patrióticos!

Nadia Naïr, profesora marroquí, escribió a propósito de la guerra contra los velos de las alumnas musulmanas en las escuelas públicas francesas: “La guerra declarada al integrismo coge cuerpo, precisamente, en los cuerpos de las adolescentes con velo. Convertir el cuerpo de las mujeres en un campo de batalla no es nuevo”. Citaba Naïr a la profesora de Filosofía de la Universidad de Valencia Ana Sánchez: El cuerpo de la mujer “se ha cargado de significados eróticos y reproductivos en ambas orillas [del Mediterráneo]. La misma esencia: el control y dominio de los cuerpos de las mujeres en distintas apariencias. Y […] la perenne ecuación mujer = cuerpo...”. En la campaña electoral, PP y Ciudadanos encuentran en el útero de las mujeres, alquilado o no, las soluciones para los problemas de España. Traen sus palabras un eco bíblico (creced y multiplicaos) mezclado con manuales de la Sección Femenina. Quizá no entendieron bien el mensaje de El cuento de la criada, la inquietante novela de Margaret Atwood convertida en exitosa serie, o sus cabezas barruntan un modelo como el de la República de Gilead. Bíblicos, neofalangistas o gileadianos, Casado y Rivera ponen a parir a las mujeres.

miércoles, 2 de mayo de 2018

Imbéciles


La sentencia del juicio contra los cinco hombres conocidos como La Manada provocó una ola de indignación, que llevó a la calle a miles de personas en toda España. Los hechos probados describen cómo los cinco condenados  introdujeron a una muchacha de 18 años en un portal, la desnudaron y la sometieron a un sexo violento y humillante. La descripción de lo sucedido nubla la vista y estremece. El fallo les condena por abuso sexual, pero no por agresión porque faltó “intimidación” y “violencia”. Una apreciación difícil de entender vistos el vídeo que uno de ellos grabó, los mensajes en los que alardeaban de la violación y los que anunciaban sus intenciones. No era la primera vez. Uno de los jueces defendió la inocencia de los acusados. Consideró que todo formaba parte de un ambiente de “jolgorio”. El abogado defensor afirmó que no eran violadores. Les llamó “imbéciles”, “cerdos” y “lerdos”.

-Cretinos…
-Idiotas…

 Giacomo Leopardi quizá les hubiera clasificado entre “los géneros no animales”. Imbéciles, lerdos, cretinos e idiotas tienen en común la falta de inteligencia y de razonamiento. Por eso les cabe mucha basura en la mollera. No habría título más apropiado para inscribir los hechos y la sentencia que el borgiano Historia universal de la infamia, pero encajarían mejor en la cabeza de algún personaje del Marqués de Sade. Por ejemplo, aquel que dice: “Seres débiles y encadenados, destinados únicamente a nuestros placeres […]. Mil veces más sumisas que lo serían los esclavos, no debéis esperar más que la humillación, y la obediencia debe ser la única virtud de la que os aconsejo hacer uso”. Cuando se inició el juicio, surgieron como sombras dos preguntas: ¿Cuántas manadas desconocidas deambulan a nuestro alrededor? ¿Y cómplices? A un cómplice mental lo hemos identificado con su toga y todas sus puñetas.