lunes, 30 de enero de 2012

MENDICANTES

En el titular del diario se leía: “Una colecta permite contratar a una investigadora despedida”. Por meriendas, huchas solidarias, ventas de camisetas y lotería, la madre de una niña diabética obtuvo 7.700 euros. Los ha donado al Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia (CIPF), que despidió a 113 de sus 224 empleados. Hasta mayo contratará a una investigadora especializada en diabetes, que podrá seguir con el trabajo que dejó a medias. La madre sigue recogiendo dinero.

De situarse en el quinto lugar de una lista de 142 centros, según la clasificación Scimago Institutions Ranking, el CIPF pasó a los despidos, una rebaja salarial media del 12% y la desaparición de 14 de 26 laboratorios. El 70% de los 60 millones que costó la construcción y el equipamiento de las instalaciones salieron de fondos aportados por la Unión Europea.

-Aaaaah, y por eso lo llamaron… “Príncipe Felipe”…
-Parafraseando al clásico, investigación y Corte son cosas/que indican contradicción

Aunque puesto “al abrigo de su clarísimo nombre”, no llegan noticias de que el príncipe lo reciba “agradablemente en su protección”, como solicitara Cervantes al duque de Béjar en la dedicatoria del Quijote. Hace años, con un humor negro sorprendente, CC OO inició la campaña de denuncia “Apadrina un becario”, que bebía en aquella fuente amarga de la que Berlanga alimentó su película Plácido. Asusta que estos tiempos manden que una niña enferma obligue a su familia a entrar en las órdenes mendicantes seglares. Superando los posmodernismos y otras modernidades, retornamos, pues, a la inveterada y genuina exhibición de llagas, enfermedades, piernas quebradas, tullimientos y otras lacerias para recaudar fondos. El FMI y Merkozy nos dejarán decidir entre gastarnos la recaudación en el Flutox de todos los inviernos o ahorrar para la colonoscopia sin sedación, o contratarla con anestesista y comernos los mocos.


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