A propósito del anuncio de HBO de retirar de su catálogo ´Lo que el viento se llevó´ por racista, he recordado la polémica sobre una exposición en París dedicada al cineasta Jacques Tati. Fue en 2009. Ejemplos sobre los desmanes de los ultras de lo políticamente correcto hay ya demasiados, pero me apetece ahora releer esto que escribí sobre el caso de Tati.
Pongamos atención con estas
cosas porque, cuando las pipas de tu vecino veas desaparecer, avisado quedas.
No sé si en el transporte público de París se pueden anunciar coches, cuya
compra se subvenciona ahora. Habría que advertir a la empresa de que los coches
matan miles de personas anualmente. Las miradas también matan (de amor, de odio,
de pasión, de dolor). La vida mata. Por eso, vivir es peligroso para la salud:
te acaba matando.
El sueño de la razón
engendra monstruos y la coherencia llevada a sus últimas consecuencias también.
En el país del racionalismo, la decisión de la Metrobus es un ejemplo. Con
esa normativa antivicio cubriría de
molinillos la cartelería del cine con el que aprendimos a amar el cine.
Es muy conocido el cuadro
de Magritte en el que escribe bajo una pipa dibujada con realismo: Ceci n´est
pas une pipe.
-Ô là, là!
-Mais oui, mon ami!
La pipa no es una pipa,
pero las letras sí son unas letras. Con este aviso protegió su cuadro de la Brigadilla del Molinillo. Pero temo la capacidad
de reproducción de estas brigadillas/ladillas
y no quiero imaginar que aparecieran por las pinacotecas de París o por la Biblioteca Nacional
en España. ¡Llenarían cuadros y páginas enteras de molinillos!