viernes, 4 de mayo de 2012

Silencio

Miles y miles de personas salen a las calles para protestar una y otra vez contra los recortes aprobados por el Gobierno en sanidad y educación, contra la reforma laboral, las subidas de impuestos y los recortes de libertades. El presidente del Gobierno dice que “entiende” a los que protestan, pero reclama al PSOE que “se calle” después de la herencia que ha dejado.

Un editorial del diario La Verdad (grupo Vocento) también entiende a los que protestan, pero “tanto los partidos de oposición como las organizaciones sociales de toda índole deberían administrar ese derecho con prudencia”. Primero, “porque la paz social es un activo frente a los mercados”. Y también, “porque no sería saludable crispar al país más de lo necesario”.

-¡Que esto no es una crisis, joé, se llama capitalismo!
-Ten cuidao, que me crispas…

Cuentan los libros –y la Wikipedia también- que las victorias de Pirro de Epiro ante los romanos le causaron tantas pérdidas que fue derrotado.  Siguió a lo suyo hasta que alguien aprovechó para asesinarlo cuando quedó inconsciente por el golpe de una teja arrojada por una anciana. Los muertos de sus victorias lo recibieron en silencio en el hades. Los heraldos negros del pensamiento único y sus Gobiernos vencen como Pirro: se salvan muy pocos. Rajoy, mandando callar al PSOE, se coloca la máscara del fanfarrón que exige mutismo en la morada de los muertos. En la formalidad democrática, exigir silencio ensordece. La ofrenda de la paz social a los mercados deviene en cruel petición: convierte las víctimas en culpables porque se quejan. Graduar el nivel de las protestas a gusto de los mercados o de editorialistas entregados a la causa se aleja de las intenciones de quienes llenan las calles de un clamor que solo cree en la paz de los cementerios.

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