El Gobierno de Argentina se
niega a pagar una parte de la deuda pública según las condiciones de la sentencia
de un juez norteamericano que falló a favor de los tres fondos de inversión que
no aceptaron la quita y los plazos acordados por el Gobierno argentino y el 93%
de deudores. Si aceptaran el acuerdo de la mayoría, cobrarían 225 millones de
euros. La sentencia les reconoce 1.500 millones de dólares. Uno de los fondos
demandantes, filial de Elliott Capital Management, compró 35 millones de euros,
que representan el 1%. El director de Elliott Capital Management es Paul
Singer, un estadounidense multimillonario, cuyo negocio consiste en comprar
deuda cuando su precio está hundido y vender con beneficios cuando llega el
momento. A este tipo de inversores se les conoce como fondos buitre.
-¡Explícito apodo!
-¡Criaturitas del capitalismo!
Charlie Parker, el detective
creado por John Connolly, compara los intereses de las operaciones financieras
de Sonny Ferrara, un mafioso de Nueva York, con los del Banco Mundial. Sale
mejor parado el Banco Mundial, aunque la ventaja de que “no arrojaba a la gente
desde un décimo piso” se queda entre un “probablemente” y un “al menos todavía
no”. Joseph Stiglitz explicó en El
malestar en la globalización cómo Argentina llegó al desastre del corralito
por seguir las directrices del Banco Mundial. De aquellos tiempos procede la
deuda que alimenta a los buitres. La ley es la ley argumenta el juez del
tribunal de Nueva York al que se sometió el Gobierno argentino y perdió. Y el
sistema es el sistema que incuba los huevos de sus buitres, criaturas de ese
capitalismo financiero que empobrece a países enteros para enriquecer a los
Singer multimillonarios que de facto nos gobiernan, como diría Charlie Parker,
con “los elevados principios morales de un pez martillo”.
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