La extrema derecha perdió las elecciones finlandesas por un
puñado de votos y un diputado. Hubiera empatado con el partido socialdemócrata
si no se hubieran equivocado cuatrocientos electores que le dieron su voto al candidato
del SKP, uno de los dos partidos comunistas de Finlandia, y no a Jussi Halla-aho,
líder del ultraderechista Verdaderos Finlandeses, como era su intención. El
error se produjo porque ambos candidatos llevaban el mismo número, que los
votantes debían escribir en la papeleta, pero se presentaban en distritos
distintos (Uusimaa y Helsinki). Halla-aho se quejó: “Es increíble que haya
gente tan estúpida como para votar a Wahrman”.
-Habrá quien piense que los
estúpidos son los que votaron a Halla-aho…
-Pues salen más de cuatrocientos…
El informe PISA, promovido por
la OCDE, evalúa las competencias de estudiantes de 15 años en lectura,
matemáticas y ciencias naturales. No examina conocimientos. Los problemas que
se plantean a los estudiantes miden su capacidad de utilizar lo que saben en
contextos académicos y no académicos. El informe publica el listado de los
países participantes ordenados según la puntuación obtenida por los estudiantes
en las pruebas. En los últimos informes, España aparece en la zona media de la
clasificación y Finlandia entre los primeros. Su sistema educativo se ha
convertido en un modelo envidiado, aunque PISA no evalúa directamente el
sistema, ni el desarrollo posterior de los quinceañeros examinados. Desconocemos,
por lo tanto, el antes y el después. Vistos los resultados de las elecciones y
el incidente de los cuatrocientos que no supieron distinguir entre un distrito
electoral y otro, quedan las dudas razonables de si alguno de estos llevaron a
Finlandia a la gloria de PISA, o si su sistema educativo modélico fomenta o
contrarresta valores como la xenofobia y el racismo, o si las pruebas las
pasaron verdaderos finlandeses.
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